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El tenis para ciegos me dio dirección

    Gabriel-Caparrós-Argentina1

    La inspiradora historia de un campeón mundial de tenis ciego argentino
    Por Gabriel Caparrós

    Originario del pequeño pueblo de Benito Juárez, Argentina (20.000 habitantes), crecí con una gran pasión: el tenis. Empecé a jugar a los seis años. Dos años después, me diagnosticaron diabetes tipo 1, un reto que no me detuvo. De hecho, seguí adelante. En 2018, obtuve mi diploma de entrenador de tenis y en 2019 me convertí en entrenador de alto rendimiento a través del Registro Profesional de Tenis (PTR). Pero en 2020, la vida dio un giro inesperado. Durante la pandemia de coronavirus, me diagnosticaron retinopatía diabética. Tras nueve cirugías mayores, perdí la vista por completo en mayo de 2021.
    ¿Qué haces cuando todo lo que sabes cambia de repente?
    Decidí volver a mi primer amor: el tenis. Pero de una forma diferente. En marzo de 2023, empecé a jugar al tenis a ciegas con los ojos vendados. Ese mismo año, jugué mi primer torneo y mi Campeonato Mundial IBTA en Cracovia, Polonia. No gané ni un solo partido, pero llevé tres partidos a un super tiebreak. Sin medallas, pero con una mochila llena de experiencia y motivación.
    Entrenaba de forma diferente a los demás. Como no tenía otros jugadores ciegos a mi alrededor, entrenaba solo con mis entrenadores. Combinaba técnicas del tenis tradicional con el tenis para ciegos y personas con baja visión. No había torneos oficiales en mi país, ni equipo; solo fe, disciplina y esperanza.
    En 2024, llegó la recompensa. Durante un torneo internacional de la IBTA en Polonia, llegué a cuartos de final. Y una semana después, sucedió lo impensable: me convertí en campeón mundial de tenis para ciegos en Lignano Sabbiadoro, Italia. De vuelta en Argentina, gané dos títulos nacionales. Hoy, soy el número uno del ranking en mi país.
    ¿Por qué comparto esto contigo?
    El tenis para ciegos le ha dado un nuevo rumbo a mi vida. Me ha hecho sentir que nada es imposible, ni siquiera cuando el mundo literalmente se queda a oscuras. En muchos países, el tenis para ciegos está creciendo rápidamente. Países como los Países Bajos están activos con programas piloto, talleres, clínicas y construyendo una comunidad.
    Y quiero decirles: sigan adelante. Ya sea que estén empezando o que lleven un tiempo jugando, su historia puede ser igual de poderosa. Creo que el tenis para ciegos algún día se convertirá en un deporte paralímpico. Pero para eso nos necesitamos mutuamente. Cada país. Cada jugador. Cada historia cuenta.

    Sigue adelante. Sigue jugando. Y nunca te rindas.
    — Gabriel Caparros

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